Las escalofriantes aventuras de Sabrina

¿Por qué dejé de ver Las escalofriantes aventuras de Sabrina?

En el 2018 se estrenó Las escalofriantes aventuras de Sabrina, remake de la serie de los 90.

Con todos los ingredientes necesarios para hacer un buen remake (nueva ambientación, nuevos enfoques de personajes, actualización de muchos elementos al mundo actual…), Sabrina se consagró en sus primeros capítulos como una gran promesa del entretenimiento de la plataforma Netflix. Y así lo ha sido para muchos, a pesar de su estrellado final.

Pero yo me bajé del carro un poco antes. Allá por los inicios de la última temporada.

Te explico por qué (y naturalmente, con spoilers).

¿Cómo interpretar esta crítica?

Bien. Lo primero es aclarar algo: que esta serie llegara a un punto en que a mí no me compensara, no quiere decir que sea mala, ni que la gente que la ha seguido con interés hasta el final no tenga ni idea. De hecho, la serie tuvo hasta su final algunos puntos realmente interesantes.

Simplemente, la historia partía con unas premisas por las que yo me quedé con gusto a seguir el viaje de Kiernan Shipka en su papel protagonista. Y cuando consideré que esas premisas se habían agotado, o peor, contradicho, quise retirarme a tiempo.

La lista que viene son esos errores que considero que pesaron demasiado, ordenados de menor a mayor importancia para mí, siendo los primeros más dependientes de mis gustos personales, y los últimos vistos con más objetividad.

O, al menos, la objetividad que se puede esperar cuando uno se sienta a disfrutar de una serie en su sofá.

  1. Reina del infierno y estudiante modelo

Sabrina Spellman

Hacia el final de la temporada 3, gracias a un viaje en el tiempo (luego hablamos de eso), se da la paradoja de que hay dos Sabrinas en el mismo universo.

Como nadie puede saber que eso ocurre, deciden repartirse: una se queda en el infierno y la otra, en el mundo humano.

Esto me cabreó por la forma en la que está llevado. No se vende como una solución parche, el menor de los males, sino que parece la solución perfecta. Pues es una Sabrina quien le propone a la otra: «tú en realidad siempre has querido reinar en el infierno». Medio segundo de silencio y la otra admite que es así.

Primero: ambas Sabrinas son la misma Sabrina. Ambas quieren lo mismo, puesto que han vivido las mismas experiencias hasta el momento de darse la paradoja temporal. Mi opinión es que nada en la serie nos hace pensar que (cualquier) Sabrina estaría dispuesta a dejar a sus amigos y Riverdale por mucho que le apetezca gobernar también en el infierno.

Es más. Toda la maldita serie va de los problemas que crea ella para intentar aunar ambos mundos, porque no quiere renunciar ni a su parte bruja ni a su parte humana.

Así las cosas, a pesar de que la paradoja en sí hubiese cambiado bastante a una de las dos, sigo sin ver cómo una de ellas aceptaría tan contenta no ver jamás otra vez a Harvey, Roz, Theo o a Nick. No hablemos ya de a la familia Spellman.

No obstante, sé de gente a la que este giro le encantó. Así que, avancemos al resto.

  1. Si es que los giratiempos estaban prohibidos por algo…

Las escalofriantes aventuras de Sabrina

A lo largo de las cuatro temporadas, Sabrina ha demostrado tener una gran habilidad para meterse a ella y a sus amigos en líos. Y una capacidad aún mayor para sacarlos de ellos.

La premisa de cualquier serie que se precie, si quiere mantener la audiencia, es que los retos a los que se enfrenten los personajes sean mayores.

Claro.

El problema es que cuando en la primera temporada te has ventilado al mismo Lucifer, te puede costar encontrar obstáculos mayores y te puede llevar a inventarte cosas muy bizarras. A meter al elenco en tal jaleo que solo pueda salvarlos un…

¿Viaje en el tiempo?

Personalmente estoy bastante harto de este recurso. El rollo de esos guionistas que se han metido en tal berenjenal que solo pueden solucionarlo con una paradoja temporal (cuando la serie en sí no incluía hasta entonces nada de viajes en el tiempo) es como ese quinto as de la baraja que te sacan y que te hace poner los ojos en blanco.

Es ese Antonio Resines despertándose quince años después y todo había sido un sueño.

Es esa peli del Príncipe de Persia, que el mismo Jake Gyllenhaal, su protagonista, nos ha pedido que hagamos un esfuerzo por olvidar.

Yo hace tiempo que lo estoy intentando, Jake.

  1. ¿Igualdad de género?

Sabrina y Nick en Las escalofriantes aventuras de Sabrina

No hace mucho he leído alguna crítica como esta de fotogramas que critica la escena romanticona final de la serie porque da la sensación de que a Sabrina lo que le importaba más, incluso por encima de ella misma, era su relación con un hombre.

Yo no estoy seguro de estar de acuerdo con esto (de hecho, no he visto esa escena, solo sé lo que pasa). No sé si ese es el regusto que deja o es una opinión subjetiva. Ese artículo afirma que la serie contradice la premisa de la primera temporada en la que se cuestiona las bases del patriarcado de forma directa.

Pero es que voy a ir más allá.

Es cierto que Sabrina es un personaje que demuestra dar mucha importancia a una relación con otra persona (no creo que importe si es con un hombre o con una mujer). Incluso llega a intentar fabricar un muñeco de barro para que sea su novio. Primero está con Harvey; después, Nick; tras él, Calibán; y después, una se queda con Nick en el mundo humano y la otra con Calibán en el infierno.

Sin embargo, no hay nada de malo en querer tener una relación, mientras se desee por los motivos correctos (porque le hace bien a uno/a, y no por presiones culturales, sociales o por no saber estar solo/a). En ese sentido, como no veo que Sabrina se sienta presionada en ningún aspecto de los citados, me da exactamente igual que sea una chica que prefiere la soltería o una que busca activamente una relación estable.

Creo que no se le puede reprochar nada a la serie en lo que se refiere a visibilización, donde creo que hacen una labor estupenda de representación de minorías o de empoderamiento.

Pero no entiendo porque en un producto narrativo donde se habla de la igualdad de géneros, donde se pone el acento en lo importante que es no cosificar, no reducir a la categoría de objeto a personas, tengamos a Nick en la segunda temporada (o en la tercera, no recuerdo bien… quizá fuera en las dos, jaja) que parece que tiene alergia a las camisetas.

Oye, que el chico tiene un torso espectacular. En eso estamos todos de acuerdo. Pero es que no había casi ningún fotograma en el que no saliera marcando abdominales. Y por supuesto, la mitad de las veces, absolutamente injustificadas.

Antes de acabar este punto, quiero aclarar que me parece que no es tan grave en el caso de Nick, como si hubiese sido en el de Sabrina (porque la sexualización de las mujeres es sistémica, cultural, y casposamente tradicional). Pero que sea peor en el caso femenino por estos motivos, no quiere decir que esté bien o sea admisible en el masculino.

Y creo que está bien decirlo.

  1. Deus-ex Ambrose

Ambrose, de Las escalofriantes aventuras de Sabrina

Quizá te sorprenda ver este punto al final de todo (el más objetivo, el más grave) según lo que te dije al principio del artículo.

Pero aunque puedas no considerarlo el más grave dentro de la serie, sí que lo es a nivel narrativo. Puesto que este es uno de los pecados más imperdonables para un guionista.

El Deus-ex Machina viene de la Antigua Grecia, de cuando las obras terminaban con la intervención divina (y sin ningún tipo de antecedente) que ponía fin a todos los problemas gracias al poder de ese dios que llegaba para solucionarlo todo.

Seguro que ya te puedes hacer una idea de por donde voy.

Ambrose es, para mi gusto, el personaje más atrayente de la serie. Enigmático, natural, espontáneo… Está maravillosamente construido de principio a fin.

El problema es su función dentro de la historia.

Con el paso de las temporadas, los capítulos y los arcos de la trama cogieron la siguiente estructura:

Sabrina quiere algo. Aparece un obstáculo o la misma Sabrina lo crea por ser demasiado impulsiva. Las consecuencias se van agravando hasta llegar a un punto en el que se dice explícitamente que no hay solución posible. Entonces Sabrina recurre a Ambrose, quien de forma milagrosamente puntual encuentra una solución en algún texto antiguo.

Vamos a ver.

Resulta curioso que un personaje tan joven tenga un conocimiento tan vastísimo y profundo de las escrituras y la magia que otros brujos igualmente estudiosos y eruditos no han alcanzado ya en su vejez.

Me molesta bastante la superficialidad con la que se trata la sabiduría en esta serie. Parece que la solución a cualquier problema, misterios que llevan siglos y siglos sin resolverse, pueden despacharse con una ratito entre las estanterías.

Autores como Tolkien o como Rothfuss hablan del sacrificio que requiere domeñar la naturaleza, conocer sus secretos. Un sacrificio que no solo pide talento en su ecuación, sino también tiempo. ¿Cómo es posible que un adolescente, por más brujo que sea, averigüe con facilidad lo que generaciones y generaciones de distintos aquelarres no han resuelto todavía? ¿Es que nadie más revisó esos textos que Ambrose encuentra casi sin proponérselo?

Y si hubiese ocurrido una vez, pues todavía. Ambrose se tropezó con la solución. Golpe de suerte.

Pero es que ocurre todas y cada una de las veces.

Ambrose es esa biblioteca con patas en la que puedes encontrar las respuestas que nadie más tiene. Y, sin embargo, sigue siendo un mero estudiante (no solo a efectos prácticos, sino que ni siquiera se le considera demasiado brillante en el aquelarre, puesto que nadie excepto Sabrina le pide nunca ayuda para otra cosa que no sea diseccionar cadáveres). Creo que no habría pasado nada si los guionistas se hubieran esforzado por pensar otras fuentes de las que Sabrina pudiera obtener sus respuestas.

O, si va a haber solución, y va a ser descubierta por adolescentes, no digas poco antes que no la hay.

Estos cuatro puntos, repetidos en un esquema que se me hacía siempre parecido en las últimas dos temporadas, hicieron que le perdiera el interés a la serie.

Personalmente, creo que tiene puntos interesantes, pero que su efectividad va decayendo a medida que pasan las temporadas.

En ese sentido, la primera me encantó. La segunda, me gustó. La tercera dije que meh. Y la cuarta… Bueno, la cuarta sabes que no la acabé.

Quizá en su formato cómic funcione mejor.

¿Qué te pareció a ti Las escalofriantes aventuras de Sabrina? Déjame lo que te apetezca en comentarios y compartimos impresiones.

Nos leemos.

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